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El Cuidado de la Piel

Foto del escritor: creA-T  DigitalcreA-T Digital


Las necesidades de la piel cambian con las estaciones, las fluctuaciones hormonales, la dieta y el estilo de vida. A menudo, encontrar productos que se adapten a estas condiciones puede resultar una tarea muy difícil. Para cuidar correctamente y sin complicaciones la piel, primero identifica de qué tipo es tu piel.


Identifica tu tipo de piel

UNA PIEL NORMAL presenta una tonalidad uniforme, una textura lisa, sin poros visibles ni manchas, y sin zonas de grasa ni escamosas.

Un tratamiento de belleza básico mantiene el equilibrio natural de la piel, pero no por eso te has de olvidar de ella, ya que un cutis terso no dura siempre.


UNA PIEL SENSIBLE suele ser seca, frágil y propensa a reacciones alérgicas. Los cambios de temperatura, algunos jabones, cosméticos y alcoholes pueden producir irritaciones y dejarla enrojecida y llena de manchas, además de evidenciar las venas superficiales. Elige productos que no contengan alergénicos potenciales, como por ejemplo las fragancias o los protectores solares.




UNA PIEL GRASA se caracteriza por una sobreproducción de sebo (el hidratante natural de la piel), que provoca la aparición de granos y manchas. La gran ventaja de este tipo de piel es que envejece a un ritmo más lento que las otras. Evita los productos fuertes que eliminan la grasa de la piel y favorecen la formación de escamas, porque pueden producir una reacción conocida como seborrea reactiva, en la que las glándulas sebáceas trabajan más de la cuenta para compensar la pérdida de grasas naturales. También debes eludir aquellos productos que dejan la piel tirante y deshidratada, y que contraen las capas superiores de la piel, ya que limitan el flujo de grasa a través de los poros y producen obstrucciones y erupciones.

Para limpiar la piel grasa, utiliza productos con aceite que disuelven el sebo de manera eficaz, y escoge cremas hidratantes sin grasas para conservar un cutis sin reflejos.


UNA PIEL SECA presenta un bajo nivel de sebo y tiende a ser más delicada. La sequedad se acentúa con el viento, las temperaturas extremas y el aire acondicionado; todo ello contribuye a que la piel se escame, se agriete y se note tirante.

Utiliza productos con un alto grado de humedad y aumenta la cantidad de ácidos grasos esenciales en tu dieta. Si tienes la piel seca, usa un limpiador que contenga aceites o cremas y evita los que se disuelven en agua, ya que, si se expone la piel al agua, se puede empeorar su estado.


Soluciones para la piel

Una dieta adecuada es fundamental para tener una piel sana.

La vitamina C se necesita para la producción de colágeno; el beta-caroteno se transforma en vitamina A, una sustancia básica para el tejido epitelial; la vitamina E resulta vital para mantener la piel en buen estado, y la vitamina B ayuda a repararla.


Los complementos de aceite de prímula aplicados por la noche benefician la piel. Este tipo de aceite contiene ácido gamma linolénico, un ácido graso esencial para fortalecer las células epiteliales y mantener su contenido en agua.





Dormir las horas adecuadas es importante, porque durante esta fase de descanso se intensifica la actividad reparadora de las células de la piel.






El ejercicio beneficia la piel, porque aumenta la circulación y estimula el flujo sanguíneo. Realizar ejercicio de forma regular nutre y limpia la piel desde dentro.

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